martes, 28 de diciembre de 2010

Receta para un Excelente Año Nuevo


Tome doce meses que estén bien maduros.

Vea que estén limpios de amargos recuerdos, de odio y  rencores.

Límpielos cuidadosamente de pegajosa malevolencia y quíteles cualquier mancha de mezquindad y pequeñez.

Vea que en estos meses no quede nada del pasado y téngalos tan frescos y limpios como cuando salieron del GRAN ALMACEN DEL TIEMPO.

Corte esos meses en treinta partes iguales. Esa  cantidad rinde trescientas sesenta y cinco porciones.

No trate de cocinarlo todo a la vez, prepárelo día  a día de la siguiente manera:
Ponga en cada uno de ellos:

12 partes de Fe
11 partes de Paciencia
10 partes de Entusiasmo
9  partes de Trabajo (no omita este ingrediente o echará a Perder el gusto de su receta)
8 partes de Esperanza
7 partes de Fidelidad
6 partes de Libertad
5 partes de Amabilidad
4 partes de Descanso
3 partes de Oración
2 partes de Meditación
1 parte de Resolución Bien Seleccionada

Agregue:
Una cucharada de Espiritualidad, un poco de esparcimiento, un poquito de Simpleza y una taza bien limpia de Buen Humor, añada a todo esto Amor al gusto, mezcle con una buena
 dosis de energía.

Aderécelo con Sonrisas y un poquito de júbilo…. después sírvalo con una salsa de Serenidad, Altruismo y Alegría.

¡Abrazos y felicidades!
Esta receta es de excelentes resultados en cualquier parte de la “Tierra”.

Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón y glorificaré tu nombre para siempre. Porque grande es tu misericordia para conmigo…
Salmo 86:12 - 13.

Más Allá del Pesebre


“Pues el Señor mismo les va a dar una señal: La joven está encinta  y va a tener un hijo,
al que pondrá por nombre Emanuel.”
Isaías 7:14

 
En esta época del año el mundo pareciera volverse un lugar más cálido y piadoso.
Los corazones se enternecen, hay más sonrisas en los rostros, una mayor predisposición a dar y compartir crean una atmósfera que nos permite mirar al futuro con una inusual esperanza.

Nuestras casas se llenan de símbolos que anuncian la llegada de la Navidad, árboles navideños, cintas, velas, estrellas, todo apunta a que el mundo se prepara para recibir algo.

Los infaltables pesebres se dejan ver por todas partes, el niño envuelto en pañales en los brazos de María, los pastores, los ángeles. Todos ellos nos relatan una historia que aunque repetida nos sienta bien; algo en ese pesebre nos reconforta, una magia especial se apodera de nosotros, nos abstrae de nuestra cotidianeidad y lleva nuestros pensamientos a una dimensión diferente. No sabemos bien que es, pero algo nos atrae, una promesa tal vez, una necesidad, una búsqueda.

La Nochebuena por fin llega, los preparativos, la comida, la reunión con familiares y amigos. Al menos por unos minutos el mundo deja sus quehaceres y levanta una copa en favor de aquel niño. Es el momento culmine, nos abrazamos, intercambiamos buenos deseos, una palabra de aliento, un “te quiero”, un perdón, una mirada.

Con la misma velocidad con la que nuestro entorno se vistió de Navidad, el Año Nuevo comienza a tomar protagonismo, pronto nos encontramos recibiendo el nuevo año y mucho más rápido aún habremos vuelto a nuestra vida de todos los días. A pesar de los festejos y regalos, del hermoso tiempo compartido, un sentimiento extraño habla a nuestra alma, de alguna manera nos sentimos como un niño que esperaba encontrar algo más debajo del árbol, no sabemos bien qué era, pero nos queda sabor a poco, nos habían prometido más y no lo hemos recibido.

La cotidianeidad con sus responsabilidades y cargas pronto se encargará de acallar ese sentimiento, la esperanza de recibir ese algo se habrá esfumado dejándonos una vez más con las manos vacías.

¿Será que el pesebre no nos relata toda la historia? ¿Será que tanto preparativo nos ha distraído y no la hemos escuchado hasta el final?

El niño en el pesebre, frágil, inocente, ternura a flor de piel. Su carita pequeña, María apenas la deja ver, lo arropa con ternura mientras duerme, lo abraza con amor y lo alimenta. Desde el cielo el Padre lo contempla con decisión, ese mismo rostro pequeño es el que un día tan desfigurado habrá perdido toda apariencia humana.

De pronto el niño del pesebre se convierte en alguien sin belleza ni esplendor, no había nada de atrayente en él, varón de dolores, acostumbrado al sufrimiento.

El niño del pesebre que todos queremos ver, es tratado como alguien que no merece ser visto.

Sin embargo, él estaba cargando con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores, fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades.

El castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud.
Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino. El Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.

El niño vino a nacer para ser maltratado, para someterse humildemente; y ni siquiera abrió la boca, lo llevaron como oveja al matadero.

Al niño del pesebre se lo llevaron injustamente y no hubo quién lo defendiera, nadie se preocupó de su destino. Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. (Fragmentos tomado de Isaías 52:13 al 53:12)

Lo que infructuosamente buscamos cada año debajo del árbol es lo que el siervo justo de Dios vino a traernos. El pesebre no nos cuenta toda la historia, tal vez sólo la parte que estamos dispuestos a escuchar.

Para no quedarte esta Navidad con las manos vacías, permítete escuchar un poco más, la historia completa es la que da sentido a la Navidad.

Dios ha preparado algo, un regalo que cada año coloca debajo del árbol para ti. Si te fijas bien, te darás cuenta que siempre ha estado allí, y aunque muchas Navidades ha quedado sin abrir, el Dios de misericordia lo sigue colocando cada año para ti.

No dejes que esta Navidad pase y se vaya dejándote otra vez con las manos vacías, decídete a conocer al niño más allá de su pesebre y recibe lo que ha venido a traer para ti.

“Y Jesús les dijo:
Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.”
 Juan 6:35


“Y nosotros mismos hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo.”
1 Juan 4:1

lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Qué es lo que Realmente Quieres?


"Si sabes lo que quieres, lo obtendrás,  si  la voluntad de Dios asi lo quiere "

Muchas personas, esperan que se les diga lo que tienen que hacer, pero a mí me encanta responder con preguntas y cuando hago esa pregunta, lo que busco es que la persona se plantee y replantee su opinión y sus sentimientos y emociones a lo que está pasando. Esta pregunta poderosa “¿Qué es lo que realmente quieres?” te permite pensar, y también sentir.

Es probable que estés preocupado(a) por tu futuro, que estés toda llena de incertidumbre y comiences a dudar de ti mismo(a) y hasta de Dios. Son esas situaciones que no aguantas y donde empiezas a buscar responsables de tu estado anímico, y dices: es que mi compañero, mi mamá, mi papá, mi jefe, mi hermano, mi perro, dijo, hizo, no dijo, no hizo. A veces es más fácil responsabilizar a otro y caer en el síndrome de la “pobrecito(a) yo”, que comenzar a ver qué es lo que me está faltando para lograr la vida que tanto anhelo.


¿Qué es lo que realmente quieres?
Es una pregunta que me hago en el presente y me lleva al futuro. Cuando uno sabe lo que quiere de la vida, de tu compañero/a, novio/a, de otros, vas a poder alcanzar lo que andas buscando, si no lo sabes, nunca podrás esperar. Muchos sabemos lo que NO queremos, pero no sabemos lo que SI queremos.


¿Sabes en lo que te quieres convertir?
¿Sabes lo que quieres lograr en tu matrimonio? ¿Con tus hijos? ¿Sabes a qué te quieres dedicar? ¿Qué es lo que realmente quieres?

Recuerdas el pasaje donde Jesús le dice a Bartimeo: “¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y lo seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.” se puede ver la historia en Marcos 10:46-52 "

Podemos aprender de Bartimeo que sabía lo que quería, él, lo que quería, era recobrar la vista. Él no se anduvo por las ramas o por las nubes a ver qué pasaba, él fue
protagonista de su vida. El pidió lo que quería.

El pedir es un acto de fe. Nadie pide algo si no cree que lo va a recibir. Si no pedís es porque realmente no deseas recibir. Si quieres algo debes pedirlo a Dios primeramente y a confiar que El responderá.

“Para lograr lo que deseas, es necesario primero saber qué se quiere.”

Cuenta la historia que alguien encontró una vez una lámpara como la de Aladino y, por las dudas, la frotó. De inmediato apareció el genio y le dijo:

“¡Pídeme tres deseos, y te los concederé!”. El hombre, que no tenía
claros sus deseos más importantes, exclamó: “
¡Espera un segundo! ¡Dame tiempo! ¡Déjame pensar!”.

Un segundo más tarde el genio dijo:

“¡Concedidos!”, y desapareció para siempre, dejándolo con todo el tiempo del mundo para pensar.

Si tú quieres lograr el éxito en tu matrimonio, en tu hogar, en tus finanzas, en tu trabajo, etc., es necesario que te contestes a ti mismo (a): ¿Qué es lo que quiero realmente?




Una vez que sepas con seguridad qué es lo que quieres lograr en la vida estarás cerca de un resultado extraordinario, y lo siguiente es pagar el precio para que esto ocurra.
Saber lo que realmente deseas es muy importante porque habrá momentos en que parece que todo en la vida se confabula para arruinar tus metas y tus sueños, y no es así.

Habrá semanas o incluso meses, cuando sientas que estás caminando en un
túnel sin salida. Si no sabes lo que quieres, entonces no sigas caminando porque tu salida no llegará.

Pero si sabes lo que realmente quieres, debes estar dispuesto(a) a pagar el precio para que esto ocurra y así tu visión será prosperada.

Hay que esforzarse y ser valiente para lograr el éxito en aquello que escogimos. El esfuerzo tiene que ver con el ánimo y requiere disciplina y constancia. Esfuérzate y toma responsabilidad de tu vida y en tu vida.

No te desalientes ante el fracaso o las equivocaciones, o lo que parezca que no será; se valiente, ya que es un tiempo de aprendizaje, de volver a comenzar. No temas a los problemas, no dejes que ellos te paralicen.

Tus sueños son los que te llevan a tu futuro. No pienses en la suerte porque ella no te resolverá el problema.

Dios espera que nosotros nos esforcemos, hay unas 15 referencias bíblicas para la palabra esforzar y una de mis favoritas está en 1 Crónicas 19:13 “¡Esfuérzate! y esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios (bien se podría decir: nuestros sueños.) ¡Y haga el Señor lo que bien le parezca!”


El Lema de la Guardia Real en la antigua Grecia, decía:


“Todos los hombres tienen temores, pero los valien­tes los olvidan y van adelante, a veces hasta la muerte, pero siempre hasta la victoria"


¿Te estas esforzando para lograr lo que realmente quieres? ¿Qué es lo que realmente quieres?

Es tiempo de dejar de mirar a otros, para empezar a mirar dentro de ti y
hacerte la pregunta. Estos tiempos difíciles requieren lo mejor de ti,
y para que salga lo mejor de ti, debes decidir qué es lo que realmente
quieres.

¡¡¡Dios estará siempre con vos, si lo buscas de corazón!!!

¿Y sabes cuál es  el mejor día para decidir lo que realmente quieres?
........HOY.


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La Nasa y La Biblia


Extracto de un artículo publicado  en la revista “La Biblia en las Américas”  de las Sociedades Bíblicas Unidas, Miami, Florida, EE. UU.

El programa espacial está encontrando respuestas a sus dudas en la Biblia.

Mientras que ciertas novelas y algunos canales de televisión por cable, por oscuras razones que van más allá del sensacionalismo, están gastando millones de dólares haciendo publicaciones y reportajes donde desacreditan de manera aparentemente científica y convincente a la Biblia, la NASA ha encontrado que “El Libro de Libros” no es tan solo un libro lleno de inspiradoras alegorías judías...


Es un relato del Sr.  Harold Hill,  presidente de “Maquinaria Curtis” de Baltimore, Maryland, consultor de la NASA.

La NASA desarrolló un programa computarizado para saber la posición del sol, la luna y los planetas en el espacio en cualquier momento del futuro, para evitar que éstos cuerpos espaciales estén en la trayectoria de nuestras naves espaciales y satélites artificiales, y colisionen contra ellos.

Programaron la computadora para hacer el cálculo hacia delante y atrás en el tiempo, pero en un momento dado el programa se detuvo, dando una alerta de un grave error en el cómputo del tiempo.

Al revisar el programa, encontraron que la alarma se refería a la falta de un día en el espacio del tiempo que ya ha transcurrido en la tierra.
Estaban perplejos, pues no tenían ninguna respuesta a ese problema.

Un miembro del equipo mencionó que cuando era niño, en la escuela Bíblica le enseñaron que una vez el sol se detuvo, porque Josué le pidió a DIOS poder continuar una difícil batalla y así pudo ganarla. Le dijeron: “Muéstranos”.

Buscaron y hallaron Josué 10:12-13 “Y el sol se detuvo y la luna se paró...El sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero”

¡Allí estaba el día que faltaba!

Verificaron el dato en la computadora, introduciendo los sucesos del libro bíblico de Josué.

Coincidiendo con la afirmación de la Biblia de que no fue un día entero, el sistema calculó que la pausa del tiempo era de 23 horas con 20 minutos. ¿Y los otros 40 minutos?

El mismo miembro del equipo recordó que en alguna parte de la Biblia decía que el sol había hecho su recorrido al revés...

Los científicos pensaron que eso ya era una locura, pero fueron al Segundo Libro de Reyes, Capítulo 20, donde se relata lo siguiente: que el Rey Ezequías, fue visitado en su lecho de muerte por el profeta Isaías, quien le dijo que no se angustiara, porque aún no iba a morir. 

Ezequías le pidió una señal de prueba.  Isaías le dijo: “¿Quieres que la sombra del reloj de Acaz avance diez grados o que retroceda diez grados?”

Ezequías contestó “Fácil es que la sombra decline diez grados, pero no que la sombra retroceda diez grados”.  Entonces el profeta Isaías clamó al SEÑOR y DIOS hizo retroceder la sombra los diez grados que había recorrido en el reloj de Acaz...

¡Diez grados del reloj de Acaz son exactamente los 40 minutos que faltaban en el cálculo de la computadora, y completan el día perdido del Universo!

Conclusión
La religión es algo privado de cada quien, pero si cree usted que DIOS no es un ser mitológico, y usted es Cristiano católico o protestante, eso implica que: Nuestro DIOS está vivo, que visitó éste mundo como JESUCRISTO Nuestro Salvador, que hoy manifiesta su presencia en Su ESPÍRITU SANTO, y que está aún haciendo maravillas en el Universo.

Unos aficionados que creyeron en el SEÑOR, construyeron un Arca y la llenaron de miles de animales, y no se hundió...

En cambio, unos profesionales que creyeron únicamente en la ciencia, hicieron el Titanic... lo demás es historia.

¡Los invito a compartir esta historia real con sus amigos!

¡YO SI CREO EN DIOS!