viernes, 22 de octubre de 2010

Números de Emergencia Espiritual

"  CLAMA A MI Y YO TE RESPONDERE"
Jeremías 33:3



ESTOS NUMEROS PUEDEN SER MARCADOS DIRECTAMENTE
NO NECESITAS DE NINGUNA OPERADORA. ¡SON GRATIS!




 Cuando estés:                       TEMEROSO           llama a      Juan 14
Cuando estés:                        CAIDO                    llama a       Salmos 27
Cuando hallas:                     PECADO                   llama a       Salmos 51
Cuando estés:                       PREOCUPADO       llama a       Mateo 6:19-33
Cuando estés en:                  PELIGRO                llama a        Salmo 91
Cuando quieras ser:             FELIZ                       llama a        Colos. 3:1-17
Cuando no entiendas tus:    PRUEBAS                llama a        Romanos 8:28
Cuando te sientas:              DESMAYAR           llama a       Romanos 8:31-37
Cuando quieras                    DESCANSAR           llama a       Mateo 11:25-30
Cuando necesites:                 PAZ                          llama a       Isaías 26:3
Cuando necesites:                 VICTORIA              llama a      I Juan 5:1-7
Cuando necesites:                 ALIENTO                llama a      Salmos 23
Cuando necesites:                 GOZO                       llama a     Salmos 16
Cuando necesites:                 VALOR                    llama a     Josué 1
Cuando estés:                       DEPRIMIDO           llama a     Salmos 27
Cuando te sientas:                VACIO                      llama a     Salmos 37
Cuando quieras el:               ÉXITO                       llama a     Josué 1:8
Cuando estés:                       DESANIMADO       llama a      Salmos 126

NUMEROS ALTERNATIVOS:
Para el:                                  TEMOR                     llama a    Salmos 34:7
Para:                                      SEGURIDAD            llama a    Salmos 121:3
Para:                                      CONFIANZA            llama a    Mateo 28:20
Para:                                      SANIDAD                 llama a    Isaías 53
Para:                                      PERDON                   llama a    I Juan 1:5-8


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miércoles, 6 de octubre de 2010

El verdadero amor de Dios

Durante mi vivir en Cristo, muchas veces he escuchado hablar del amor de Dios. Es casi obvio, y se le dan todos adjetivos que lo califican de inmenso, generoso, desinteresado, puro, real, etc. El acto sublime de ese amor lo conforma sin duda alguna la crucificción, y es en ese momento donde nadie puede dudar de la veracidad de ese amor.

Pero, si tienes que pensar en lo que implica ese amor, ¿Sabes realmente hasta dónde llega?, no en SU capacidad, la cual es infinita, sino en tu capacidad receptiva del mismo.

Imagino la relación con Dios de la siguiente manera, tú, en una pequeña isla, y Dios en otra, y tienes que llegar a Él, necesitas acercarte, conectarte, y que ante todo Él lo haga contigo. Estiras los brazos para alcanzarlo, pero no lo logras, entonces tu desobediencia, altivez, egoísmo, falta de fe, de compromiso, tus puntos de incredulidad, se elevan a tu alrededor como muros, “cierras” tu vida, y no sólo no logras llegar a Dios, sino que tampoco permites que Él lo haga, te cierras en tu territorio y le pides que llegue a ti, pero al mismo tiempo pones impedimentos para lograrlo, y es allí cuando el amor de Dios actúa, y atraviesa todo aquello, mientras tu levantas murallas, Él levanta puentes.

Puentes que atraviesan lo que tu mismo levantas, así se acerca a ti, así te rescata.


El amor de Dios es tan fuerte e intenso, que atraviesa el egoísmo, el desinterés, la incredulidad, o lo que sea que tú hayas puesto como muro.


Te invito a leer el pasaje de Juan 4: 3 al 15.


En los versículos del 3 al 9. Jesús sale de Judea, y necesita pasar por Samaria, cansado del camino, se sienta junto al pozo de Jacob. Y allí espera. Llega una mujer samaritana, y Jesús le pide agua. Jesús la estaba esperando, le habla primero, Jesús comienza el diálogo, comienza la relación. Lejos de darle lo que le pide, (aunque sea por pura cortesía), lo desafía mediante su diálogo, por su diferencia de nacionalidad. Ella era mujer, (y sabemos la significancia de esto en dicha época), era samaritana, sin embargo, Jesús le habla y ella misma pone en relevancia la diferencia, ella la marca, Jesús no.

Jesús, Dios mismo, se hizo igual a nosotros, y peor aún, se denigró por nosotros, (Filipenses 2: 6 – 8), jamás puso entre nosotros, entre nuestra relación su Majestad, que definitivamente Él la tiene. Al igual que con la mujer, Dios nos está esperando, nos habla, nos busca y muchas veces somos nosotros quienes lejos de responder al llamado, colocamos barreras, así como hizo ella.


Entonces, Dios nos necesita en su obra, por ejemplo y decimos: “¿Yo?, ¿Pero si no soy el mejor?, Seguro hay otro que pueda hacerlo, que esté capacitado”, acaso, ¿No queda claro que Jesús esperaba a ESA mujer? Jesús sabía que ella vendría y la estaba esperando. Dios sabía que hoy vendrías y te está esperando.

El amor de Dios, trasciende las diferencias, porque la supera, para el amor de Dios no hay “peros” si te está esperando.


Los versículos del 10 y 11: Jesús retoma el diálogo, insiste en levantar un puente entre Él y la mujer, aunque ella insiste en levantar barreras. Jesús comienza a manifestarle su Divinidad, le plantea quién es, y lejos de escuchar la profundidad de sus palabras, ella se remite a la insignificancia que Jesús no tenía que con qué sacar el agua. Ahora el diálogo está en parámetros diferentes, Jesús está en un nivel espiritual y ella en un nivel carnal.

Otros de nuestros muros, nuestra carnalidad, y no hablo del extremos, sé que no somos fornicarios, borrachos, ladrones, asesinos, etc. Pero somos orgullosos, egoístas, juzgadores, ¿No es eso carnal? Y no hace falta que nadie lo note, porque si está, ya está levantando muros, con cimientos profundos sin lugar a dudas.

El amor de Dios trasciende nuestra carnalidad, porque a través de Su Espíritu Santo en nosotros, nos lleva a su nivel espiritual, nos saca de lo carnal y comienza a actuar en nuestras vidas.


El versículo 12: No logra comprender con quién está hablando y continúa colocando barreras, es más, aún no le ha dado el agua que le pidió, es decir, que no comprende el mensaje que Jesús le habla, y a pesar que ella sigue hablando del pozo físico de agua ¡Sigue sin darle el agua que le pidió! Es decir, que continúa encerrada entre las mismas paredes que ella levanta.

¡Cuántas veces hacemos lo mismo! No logramos comprender lo que Dios tiene para nosotros pero tampoco actuamos a favor de comprender lo y simplemente nos limitamos a quedarnos donde estamos. Simplemente sin hacer nada.

Los versículos  14 y 15: Jesús le ofrece lo que tiene, Vida Eterna. Y fíjense que especial es, Jesús le pidió a ella algo totalmente posible, es más, algo por lo cual ella se estaba acercando al pozo, agua, tenía todo para dársela, pero no lo hizo y contrariamente a ella, Jesús le da lo más importante, la posibilidad de ser salva.

Me avergüenzo cuando me doy cuenta lo que me parezco a esa mujer samaritana, Dios no me pide grandes cosas, me pide lo que puedo hacer. Pienso y recuerdo y jamás Dios demandó de mi algo imposible. Sin embargo, muchas veces he actuado como ella, no sólo no respondiendo al llamado, sino colocando barreras. Y aun así, Dios actúa en mi vida.

A pesar de mí, Dios sigue colocando puentes entre nosotros, y lo hace gracias a SU AMOR, un amor que puede con todo, incluyéndome.

No importa de qué sea el muro que yo levante, Dios lo contrarresta con un puente inmenso de amor, ese amor que lo llevó a desamparar a su propio hijo, por mí, por ti, por nosotros. Y solamente pudo hacerlo porque a pesar de todo lo que soy y somos, nos ama con un amor verdadero y sin barreras.