domingo, 12 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne



Una sexualidad sana

El diseño de Dios es perfecto. Complementarse como una sola carne, según el diseño de Dios, abarca todas las áreas de la vida. Es necesario tener clara la identidad de hijos de Dios. Su propósito eterno nos trajo a existencia y nos dio sentido, causa y vida. El diseño de Dios no se equivoca en la relación de pareja ni en la sexualidad de cada uno. 

Dios no se equivocó poniendo una mujer en el cuerpo de un hombre. Eso no es posible, en ninguna medida. Biológicamente está determinado, si tus cromosomas son XX eres mujer, y si son XY eres hombre. El diseño de Dios determina que una pareja se compone de un hombre y una mujer. No existe otra opción. Cualquier otra alternativa viene solamente de la naturaleza de pecado del ser humano. Un área que todavía no está rendida al gobierno de Dios y que, intencionalmente, necesita morir para que Cristo se manifieste.

Como hijo de Dios tienes tu identidad: fuiste engendrado, fuiste adoptado, fuiste diseñado en el vientre de tu madre, fuiste hecho hijo de Dios, introducido en la iglesia de Cristo y en su cuerpo, donde Él es la cabeza. Entonces, no dudes de tu sexualidad; ni te dejes engañar por la presión social; ni por los medios de comunicación, donde se ha cambiado de manera agresiva la sana sexualidad. 

Como pareja con una sana sexualidad, cada día se trabaja activamente por mantenerse enamorados. Los detalles románticos son buenos. Los momentos de salidas en pareja, sin los hijos, cada tanto, son necesarios. Mírense a los ojos, hablen de cuánto se aman y cómo juntos crecen como pareja, como familia y como hijos de Dios; son más eficientes juntos. 

Cada día se puede crecer como pareja. Cada día se pueden dejar atrás los errores cometidos y crecer juntos para la gloria y honra de Dios. En la actualidad, los matrimonios de los hijos de Dios se han descuidado, al punto de ver cómo se desmoronan tanto o más que los matrimonios de aquellos que no conocen a Dios. ¿Por qué sucede esto? Porque el fundamento, que es Cristo, se ha dejado de lado. No me refiero a reunirse cada domingo. Sino a exponerse a su Palabra, a su enseñanza, a morir para que Él se exprese, a trabajar para que Cristo sea visto en cada uno y en su matrimonio. 


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¿Tienes una sana sexualidad?

sábado, 11 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne



Enseñemos a nuestros hijos de manera correcta

Dios manda al esposo y esposa a tener una unión física. La intimidad sexual en el matrimonio lo hace único, diferente a todos los otros tipos de relación. «El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio», (1 Corintios 7:3-5).

Nuestra forma de abordar la intimidad sexual influencia a nuestros hijos. No debemos transmitirles la idea de que el sexo es malo o sucio. Enseñar a los niños connotaciones negativas referentes al sexo, no necesariamente los guardará del sexo premarital. Sin duda, les robará el gozo que Dios desea que ellos tengan en su matrimonio. 

Si enseñamos a nuestros hijos honestamente acerca de la satisfacción de la intimidad sexual, junto con el porqué del diseño de Dios, estarán mejor preparados para entrar al matrimonio puros y con una actitud saludable hacia la unión sexual. Las heridas del pecado sexual que muchos han experimentado no tienen que repetirse en la siguiente generación cuando los padres hacemos nuestro trabajo en la formación de nuestros hijos con la Palabra y modelando con nuestras vidas. 

La sabiduría y el conocimiento de la Palabra de Dios prepararán a nuestros hijos. Nuestra propia obediencia será su ejemplo. La sobreprotección no permitirá que ellos se desarrollen de manera normal. Los extremos en todo son viciosos, también en esta área. Una enseñanza sana, bien direccionada, con consistencia y en acuerdo entre los padres dará los resultados esperados. Es necesario que los padres promuevan un ambiente de confianza con sus hijos para permitir que ellos puedan contar sus inquietudes y preguntar sin temor a ser castigados o etiquetados como sucios o perversos. 

Los hijos, a veces, escuchan cosas de sus amigos. Y qué mejor que se acerquen a los padres a comentar y compartir con transparencia para que puedan tener la guía que necesitan. Hoy, hasta letras de canciones denigran la relación íntima y degradan lo que fue diseñado para la intimidad: lo han hecho público. 


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¿Eres sabio al enseñar a tus hijos estos principios?

viernes, 10 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne


Gobierna tu antigua naturaleza

Aprópiate de la declaración que hace Juan: «Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad». Perdona y suelta a cualquiera que te haya herido o usado sexualmente, con o sin tu consentimiento, ya sea por medio de incesto, violación, sexo premarital, adulterio, manoseo, exhibicionismo, prostitución, promiscuidad, obligarte a participar en actividades que salen del diseño original. Perdona y deja lo que haya sucedido en las manos de Cristo.

Perdónate a ti mismo, ya sea que hayas participado voluntariamente o hayas sido una víctima inocente. Necesitas perdonarte. Empieza a amarte a ti mismo como Jesús te ama. Eres muy valioso para Él, tanto que dio su vida por ti.

Toma autoridad sobre tu antigua naturaleza: debes adquirir nuevos hábitos, transformar tu pensamiento, cambiar tus estructuras mentales y vivir el diseño de Dios, disfrútalo con tu cónyuge. La sanidad sexual no se logra de la noche a la mañana, las cicatrices necesitan tiempo para sanar; sean pacientes el uno con el otro en tanto que Dios termina su obra. Empieza a ver la intimidad sexual como una oportunidad para ministrarse el uno al otro. Desecha el enfoque «yo y mis necesidades» y concéntrate en tu cónyuge.

No participes en ninguna actividad que tu cónyuge encuentre ofensiva. Si tú deseas bendecir y ministrar a tu cónyuge, no querrás hacer nada que le hiera o degrade. Pidan a Dios que sea ese cordón de tres dobleces también en su intimidad sexual, que su dirección y sabiduría estén presentes para que el diseño original sea manifestado.

Renueva tu mente con la Palabra de Dios, reemplaza tus antiguos patrones de pensamiento con la Palabra de Dios. Tú ahora tienes la mente de Cristo. Comiencen a proteger su unión sexual como marido y mujer. Por ejemplo, si tu cónyuge ha tenido problemas con la lujuria, permítele compartir cuando esté siendo tentado de nuevo por ella. Si tu cónyuge fue víctima de incesto o violación, permítele compartir cuando la vergüenza quiera venir sobre él o ella. Luego, protéjanse en oración. Permanezcan unidos como equipo de una sola carne en el poder de Cristo.

Sean guiados por el Espíritu Santo en todas las cosas, inclusive en su unión sexual. Generalmente somos guiados por la pasión (carne) o por los sentimientos (alma). El Espíritu Santo da dirección antes y después de casarnos para mantenernos en la voluntad de Dios.


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¿Renovaste tu mente sobre la intimidad en pareja?

miércoles, 8 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne


Consecuencias de salir del diseño


Dios creó a la mujer para responder al amor del hombre con quien está unida en una sola carne. «Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor», Efesios 5:22, entregándose totalmente a él. Una mujer que es amada, usualmente, no tiene problema para amar y corresponder. 

Cuando una mujer peca sexualmente, su entrega no está protegida por el diseño de Dios. En las relaciones falsas, no se valora lo que ella ha dado. Se desarrolla un vacío en su interior y, la satisfacción que busca, parece no poder encontrarla. El pecado sexual en la mujer se manifiesta en inseguridad, baja autoestima, quizá no puede responder físicamente a su esposo.

El hombre y la mujer que han sido heridos y lastimados por el pecado sexual buscarán satisfacción en conductas compulsivas tales como drogas, alcohol, comida en exceso, apuestas o en tener frecuentes compañeros sexuales. Sin embargo, cada vez la desilusión es mayor y la satisfacción que buscan se aleja más y más. «Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte» (Proverbios 14:12). 

Si ha perdido la pureza espiritual y física, Dios es quien puede restaurarla. Dios, quien diseñó la intimidad sexual, nos ha redimido de la maldición del pecado y de la muerte. Tanto desea nuestro amado Padre que conozcamos la intimidad, que ha provisto una forma de sanarnos cuando hemos perdido el rumbo. Si sientes que el sexo es sucio o temes disfrutarlo, Jesús quiere sanar también esa herida para que puedas disfrutar lo que Dios ha diseñado para ti en tu unión sexual en una sola carne. 

«Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal». Para ser sanado, piensa como Dios piensa, decide sacar de tu vida toda práctica sexual que has mantenido hasta ahora que no está de acuerdo con el diseño de Dios. Muere en esa área y deja que Cristo se exprese por medio de ti.

Pagar por tener sexo (prostitución), pornografía, lascivia, adulterio, intercambio de parejas, homosexualismo, lesbianismo, lujuria, no deben estar en tu vida. Una vez que mires estas cosas como Dios las mira, y estés arrepentido de lo que has hecho hasta hoy, aunque para el resto de la humanidad sea una práctica «normal», comenzarás a vivir de la manera correcta, según el diseño de Dios.  

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¿Se expresa Cristo en ti en esta área?

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne


Tierno y compasivo 


Existen parejas que no pueden experimentar la intimidad sexual en el matrimonio debido a las heridas causadas por el pecado sexual, ya sea por fornicación antes de la unión de una sola carne, adulterio durante el matrimonio, prácticas sexuales indebidas, que en lugar de edificar y ministrar, degradan y corrompen. Proverbios 6:32 – 33 establece: «Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio». 1 Corintios 6:18 habla de las consecuencias que vive la persona que participa de pecados sexuales. 

Dios creó al hombre para ser tierno y comprensivo con la mujer con la que está casado. En 1 Pedro 3:7 vemos la relación que existe entre la condición de pecado sexual y la espiritualidad de la persona: «De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes». Un hombre que peca sexualmente endurece su corazón en lugar de dignificar a la mujer. El corazón tierno y amoroso que Dios puso en él no puede soportar el estrago del pecado sexual.

Un hombre con el corazón endurecido no puede amar a una mujer de la manera que Dios diseñó. Muchas veces en el matrimonio, el corazón endurecido del hombre se manifiesta en lujuria, pornografía, lascivia; situaciones que lo alejan diametralmente del diseño de Dios para su vida y su matrimonio.

Puede ser que el hombre no muestre afecto ni interés por su esposa a no ser que necesite tener relaciones sexuales; cuando la mira o la toca, ella se siente degradada y no sabe por qué. Cuando el hombre mira a otra mujer deseándola, la esposa se da cuenta y se siente menospreciada. Cuando el hombre va más allá, y tiene una actitud de conquista hacia otra mujer, con excesiva amabilidad, de detalles que no tiene con la esposa, daña su matrimonio, daña su relación de una sola carne, se daña a sí mismo pues su esposa es él mismo. 

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¿Tienes una relación sexual sana con tu esposo?

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne


Diseño de Dios


La intimidad fue diseñada por Dios para producir vida en espíritu, alma y cuerpo bajo la protección de Cristo como cabeza de la iglesia. La pureza espiritual, base de la intimidad, solo es posible a través de la sangre derramada de Jesús: Hebreos 12:24 «a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel».

Dios diseñó al hombre y a la mujer tanto física como emocionalmente para experimentar gran placer y satisfacción en la unión sexual. En el libro Cantar de los Cantares, escrito por Salomón, se establece claramente que la intimidad, según Dios la desea, produce vida. La unión sexual tal como Dios la creó no es egocéntrica, ni busca satisfacción propia. Nunca se satisface a costa del otro. El amor sexual de acuerdo con el plan de Dios es refrescante y da vigor, siempre da más de lo que recibe.

Malaquías 2:15 declara: «¿Acaso no hizo el Señor un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuídense ustedes en su propio espíritu, y no traicionen a la esposa de su juventud».

Así como la intimidad sexual fue el regalo de Dios para Adán y Eva en el jardín, también es el regalo de bodas de parte de Dios para cada pareja que entra en su plan de ser una sola carne con los principios de la Palabra. La intimidad sexual es buena dentro de la relación de una sola carne cuando es exclusiva entre el esposo y la esposa. Debemos tener claro que el llamado pecado original no tiene nada que ver con el sexo, pues el pecado cometido en el Huerto de Edén fue el de despreciar el Árbol de la vida y preferir el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal. 

Gálatas 5:19-21 expresa con claridad que «Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios». Toda práctica sexual fuera del diseño de Dios es producto de la naturaleza pecaminosa del hombre, y no se alinea con el propósito divino.


Reflexionemos

¿Identificas el diseño de Dios en tu vida sexual en tu matrimonio?

lunes, 6 de julio de 2020

Serie: El Acuerdo en la Pareja


Edificarse en amor

Dios es amor. 
¡Qué verdad tan contundente! Parece que la sabemos, pero no la vivimos. Si no seguimos la verdad en amor, nos estancaremos en el crecimiento en Cristo. Pablo enfatiza que «crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo». Crecer en todo incluye nuestro matrimonio. Después de cinco años de casados, no podemos estar como si no hubiéramos avanzado en nuestro crecimiento en Cristo como pareja. 

La verdad de Dios para el matrimonio es el diseño de una sola carne. Si seguimos la verdad en amor, entonces creceremos en la vida de una sola carne, creceremos en los acuerdos, en las decisiones, en construir una familia con la cultura de reino, no con la cultura de país ni con la cultura de tradición familiar. La verdad de Dios nos lleva a crecer en Cristo. 

¡Qué privilegio tenemos los hijos de Dios! Podemos crecer para ir edificándonos en amor. Ese es el principio de crecimiento y madurez en el matrimonio, que se edifique en amor. Ayudarnos mutuamente, aceptando la individualidad con las habilidades propias de cada uno, pero entendiendo que, como el cuerpo humano tiene diferentes órganos, sus funciones aportan a la vida del cuerpo. Concertados, unidos, con un objetivo claro. 

¿Cómo no identificarnos con un cuerpo si somos una sola carne? Dios usa estos ejemplos para que entendamos su diseño divino. Para que entendiendo lo concreto, podamos ver lo espiritual. ¡Qué hermoso entender el acuerdo en la pareja cuando estamos en Cristo! ¡Qué hermoso ver el diseño de Dios para el matrimonio como algo realizable!


Reflexionemos

¿Edificas en amor a tu cónyuge? ¿Llegan a acuerdos en amor?

Oramos para que cada día podamos entender mejor el diseño de Dios de una sola carne. Que cada código de reino para el hogar se haga realidad en nuestra vida y avancemos en la madurez en el conocimiento de Cristo. Nos gozamos por los avances de cada uno de sus hogares, sabiendo que la edificación en amor será cada vez más real, que los acuerdos en pareja cada vez serán más sabios.

Serie: El Acuerdo en la Pareja



La medida de la estatura de la plenitud de Cristo

La unidad en el acuerdo es un proceso. No podemos pensar que se va a lograr de manera instantánea ni mágica en el matrimonio. De hecho, todo, como hijos de Dios, es producto de un proceso. De manera personal, necesitamos trabajar para llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo como hijos de Dios, ¿cuánto más en el matrimonio?

A veces, pensamos que eso se queda en la congregación y que habla solo de no contradecir a los líderes. Pero este código de reino es más profundo. Nuestro Padre celestial nos diseñó para que todos lleguemos a esa unidad. Espera que todos crezcamos en madurez, y que nuestra medida sea la estatura de la plenitud de Cristo. Cristo es nuestra medida, nuestro objetivo. En este contexto, plenitud, viene del griego pleroma, que quiere decir que la fuente sigue llenando el recipiente de manera continua y permanente, aún más allá de rebosar. En la plenitud de Cristo, no nos falta nada, tanto personalmente, como en el matrimonio.

A medida que, intencionalmente, trabajamos para crecer en esta medida, para llegar a la estatura de la plenitud de Cristo se notará la transformación que Cristo produce en nuestras vidas. En consecuencia, habrá transformación en nuestro matrimonio. La unión de una sola carne se acercará cada vez más al diseño de Dios. 

Este proceso de crecimiento como una sola carne nos dimensionará en todas las áreas de nuestro matrimonio. Entonces será natural entrar en acuerdos. Será natural orar juntos. Será natural amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Será natural someterse a la autoridad del esposo. Será natural ser la cabeza del hogar. Será natural respetar al marido. Será natural vivir en el vínculo de la paz.

Esto evitará que seamos niños fluctuantes, que se dejan llevar por opiniones que no tienen acuerdo con la mente de Cristo, ni con el sistema de este mundo, cuyo objetivo es la destrucción del diseño de Dios. Maduros como hijos de Dios, maduros como esposos. Sí podemos lograrlo, Dios nos capacitó para hacerlo.


Reflexionemos

¿Estamos dispuestos a crecer en el proceso hasta llegar a la estatura de la plenitud de Cristo? ¿Entendemos que es parte del diseño de Dios para el matrimonio y el acuerdo en pareja?

viernes, 3 de julio de 2020

Serie: El Acuerdo en la Pareja


En el vínculo de la paz

Cuando Pablo habla de guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz comienza su afirmación con la palabra «solícitos». Solícito significa que pone atención, diligencia y amabilidad al atender o servir a alguien. Sus sinónimos son llamativos: diligente, cuidadoso, afanoso, atento, hacendoso. Esto nos aclara el principio del que se habla en Efesios 4:3: el acuerdo, la unidad y la paz no llegarán de casualidad ni por inercia sino por diligencia en guardar la unidad.

Una sola carne determina la unidad del Espíritu también. Recordemos que somos una unidad como ser humano: espíritu, alma y cuerpo. No porque se hable de una sola carne se descarta lo demás. Al contrario, la unidad en el matrimonio tan solo es una expresión de la unidad del ser que Dios diseñó desde el principio. 

El acuerdo se expresa en la unidad del Espíritu en la pareja. Esa unidad del Espíritu fortalece el vínculo de la paz en el matrimonio. ¿Por qué no vives paz en tu matrimonio? Seguramente porque no eres solícito en guardar la unidad del Espíritu con tu cónyuge. Tal vez te esfuerzas en tener la razón, pero no en guardar la unidad del Espíritu. Puede ser que quieras imponer tu punto de vista, pero no escuchas la otra parte. Hasta puedes tener razón, pero si no hay un mismo espíritu, si no hay unidad del Espíritu, difícilmente llegarán a un acuerdo, y la paz no estará presente en tu hogar.

Vínculo significa unión o relación no material, especialmente la que se establece entre dos personas. El vínculo de la paz entre dos personas, los cónyuges en el matrimonio, muestra la unidad de Dios en plenitud. Lo que nos lleva al versículo 4. El vínculo de la paz trasciende a un cuerpo y un Espíritu. Nuestro Dios es un Dios de unidad, de acuerdo; nos llamó a una misma esperanza de nuestra vocación. El diseño del matrimonio de una sola carne no está distante de este sentir de Dios: es el mismo diseño, unidad y acuerdo. 

Así que, no tenemos excusa. Trabajemos activamente por mantener unidad y acuerdo con nuestro cónyuge en el vínculo de la paz. Necesitamos ser intencionales para no salirnos del diseño de Dios de una sola carne. 


Reflexionemos

¿Trabajas activamente para establecer acuerdos en el vínculo de la paz?

jueves, 2 de julio de 2020

Serie: El Acuerdo en la Pareja



Una dependencia total de Dios 

En la Palabra de Dios, encontramos directrices claras en cuanto a la verdad presente para los hijos de Dios; pero hay muchos temas específicos en los que necesitamos tener discernimiento y dependencia total de Dios en oración y unidad para no tomar decisiones equivocadas. Temas como: ¿En qué escuela estudiarán nuestros hijos? ¿Qué casa debemos comprar? ¿Cuándo debemos hacer ese viaje que hemos soñado? y muchos otros asuntos demandan acuerdos entre la pareja y dependencia de nuestro amado Padre celestial.

El esposo, en su papel de cabeza, declara que tanto él como su esposa no tomarán acción alguna en relación con algún asunto sin antes haber llegado a un acuerdo genuino y sincero. Esto no elimina el hecho de que el esposo sea la cabeza, y la palabra es clara en eso. Efesios 5:23 dice: «porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador». 

Lo anterior debe ser realizado con la dimensión agregada de consejo y confirmación. Proverbios 11:14 dice: «Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; pero en la multitud de consejeros hay seguridad». Los consejeros son importantes, pero debes saber a quién eliges para escuchar. Toma consejo de tu pastor, tu maestro de la Palabra, tu líder en la congregación local, pero no de los amigos que no conocen a Cristo.

Siempre busquen el acuerdo real y sincero dado por el Espíritu Santo. Cuando hemos orado y esperado en el Señor y podemos confirmar la respuesta que se nos ha dado con la que nuestro cónyuge ha recibido, podemos proseguir con confianza, sabiendo que tenemos la voluntad de Dios. El ver que la voluntad de Dios se cumple en la tierra es nuestro mayor deleite. 

Sigan utilizando este mismo método para estar de acuerdo con los demás asuntos en adelante. Dios está en control de sus vidas y, como sus hijos, debemos trabajar por cumplir su propósito en la tierra y ser los reyes que necesita para ejercer autoridad y gobierno sobre la creación y los ambientes, sobre todo en el del hogar.  

Somos el hombre y la mujer de la vida, que vivimos el principio de una sola carne en unidad y acuerdo. El matrimonio es un diseño de Dios para disfrutar y vivir en un ambiente de amor y paz. 


Reflexionemos

¿Seguimos la dirección de Dios en oración para llegar a acuerdos?

Serie: El Acuerdo en la Pareja



Una actitud para estar de acuerdo


Al entrar en una relación conyugal, es necesario entender la importancia de tener la actitud adecuada para convivir con la otra persona para toda la vida. Por esto, es necesario que tengamos la actitud correcta para llegar a acuerdos, recordando que cada integrante de la pareja viene de una familia con una cultura diferente a la suya. En cada familia se hacen las cosas de manera diferente.

Uno de los problemas que enfrenta la pareja es considerar que la otra persona no hace las cosas como uno está acostumbrado. La presuposición lleva a discusiones innecesarias. La pareja debe partir del punto de que todo se maneja de diferente manera, por lo que se requiere establecer una nueva cultura en la familia, basada en acuerdos entre la nueva pareja y no en lo que los padres de uno u otro hacen o dejan de hacer. El parámetro es cómo queremos hacerlo nosotros de ahora en adelante.

Cuando una pareja decide casarse y estar juntos debe tener claro que la cultura de su casa era una y, ahora, deben empezar una cultura familiar juntos. Adicional a eso, los padres no pueden ser comparados con los esposos ni las madres con las esposas, tampoco deben permitir que alguno de los suegros de ninguna de las dos partes se involucre en los problemas de pareja. Recuerden el principio de dejar al padre y a la madre. Lo mejor que puede hacer una pareja en un problema matrimonial es orar a Dios para que se les alumbre el diseño divino de una sola carne, y llevarlo a la práctica.

La crítica de cómo cada uno hace las cosas separa, divide y plantea un ambiente de contienda continua. Recordemos lo que dice Proverbios 15:1: «La respuesta amable calma la ira; la respuesta grosera aumenta el enojo». En ocasiones, es difícil tener una respuesta amable, pero, con la ayuda de Dios, se logra, recordemos que no es en nuestras fuerzas sino en las de Él.  

La humildad nos permite llegar a buenos acuerdos para el beneficio de la pareja. La comparación de cómo la mamita hacía las cosas humilla y lastima en lugar de edificar y construir. Recuerden que, al elegir al cónyuge, no se elige madre o padre suplentes, sino ser uno solo para toda la vida. 


Reflexionemos

¿Entraste a tu matrimonio con la pre suposición de que todo lo hacían igual? ¿Qué cosas hacen diferente que pueden arreglar con acuerdos?