miércoles, 8 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne


Diseño de Dios


La intimidad fue diseñada por Dios para producir vida en espíritu, alma y cuerpo bajo la protección de Cristo como cabeza de la iglesia. La pureza espiritual, base de la intimidad, solo es posible a través de la sangre derramada de Jesús: Hebreos 12:24 «a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel».

Dios diseñó al hombre y a la mujer tanto física como emocionalmente para experimentar gran placer y satisfacción en la unión sexual. En el libro Cantar de los Cantares, escrito por Salomón, se establece claramente que la intimidad, según Dios la desea, produce vida. La unión sexual tal como Dios la creó no es egocéntrica, ni busca satisfacción propia. Nunca se satisface a costa del otro. El amor sexual de acuerdo con el plan de Dios es refrescante y da vigor, siempre da más de lo que recibe.

Malaquías 2:15 declara: «¿Acaso no hizo el Señor un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuídense ustedes en su propio espíritu, y no traicionen a la esposa de su juventud».

Así como la intimidad sexual fue el regalo de Dios para Adán y Eva en el jardín, también es el regalo de bodas de parte de Dios para cada pareja que entra en su plan de ser una sola carne con los principios de la Palabra. La intimidad sexual es buena dentro de la relación de una sola carne cuando es exclusiva entre el esposo y la esposa. Debemos tener claro que el llamado pecado original no tiene nada que ver con el sexo, pues el pecado cometido en el Huerto de Edén fue el de despreciar el Árbol de la vida y preferir el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal. 

Gálatas 5:19-21 expresa con claridad que «Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios». Toda práctica sexual fuera del diseño de Dios es producto de la naturaleza pecaminosa del hombre, y no se alinea con el propósito divino.


Reflexionemos

¿Identificas el diseño de Dios en tu vida sexual en tu matrimonio?

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