sábado, 11 de julio de 2020

Serie: El Valor de la Intimidad en una Sola Carne



Enseñemos a nuestros hijos de manera correcta

Dios manda al esposo y esposa a tener una unión física. La intimidad sexual en el matrimonio lo hace único, diferente a todos los otros tipos de relación. «El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio», (1 Corintios 7:3-5).

Nuestra forma de abordar la intimidad sexual influencia a nuestros hijos. No debemos transmitirles la idea de que el sexo es malo o sucio. Enseñar a los niños connotaciones negativas referentes al sexo, no necesariamente los guardará del sexo premarital. Sin duda, les robará el gozo que Dios desea que ellos tengan en su matrimonio. 

Si enseñamos a nuestros hijos honestamente acerca de la satisfacción de la intimidad sexual, junto con el porqué del diseño de Dios, estarán mejor preparados para entrar al matrimonio puros y con una actitud saludable hacia la unión sexual. Las heridas del pecado sexual que muchos han experimentado no tienen que repetirse en la siguiente generación cuando los padres hacemos nuestro trabajo en la formación de nuestros hijos con la Palabra y modelando con nuestras vidas. 

La sabiduría y el conocimiento de la Palabra de Dios prepararán a nuestros hijos. Nuestra propia obediencia será su ejemplo. La sobreprotección no permitirá que ellos se desarrollen de manera normal. Los extremos en todo son viciosos, también en esta área. Una enseñanza sana, bien direccionada, con consistencia y en acuerdo entre los padres dará los resultados esperados. Es necesario que los padres promuevan un ambiente de confianza con sus hijos para permitir que ellos puedan contar sus inquietudes y preguntar sin temor a ser castigados o etiquetados como sucios o perversos. 

Los hijos, a veces, escuchan cosas de sus amigos. Y qué mejor que se acerquen a los padres a comentar y compartir con transparencia para que puedan tener la guía que necesitan. Hoy, hasta letras de canciones denigran la relación íntima y degradan lo que fue diseñado para la intimidad: lo han hecho público. 


Reflexiona

¿Eres sabio al enseñar a tus hijos estos principios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario